martes, 20 de octubre de 2015

El reloj y el tiempo


El gran Julio Cortázar nos ofrece en su libro "Historias de Cronopios y de Famas" dos relatos breves llamados "Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj" e "Instrucciones para dar cuerda al reloj", en cuyas líneas hace referencia a estos objetos como una suerte de pesadilla que se apodera de su dueño, una vez que èste lo tiene en su posesión.

Para adicionar a la mirada creativa (y, en parte, cierta) de Cortázar, yo observarìa el hecho de que el reloj (en especial el de tipo analógico o "de agujas") es una suerte de centinela, vigilante o guardián que està ahí, presente constantemente, cumpliendo la importante función de informarnos què hora es y pronunciando de una manera increíblemente regular su caracterìstico "tic, tac". Durante todo el dìa, durante toda la noche.

¿Y por què queremos saber qúè hora es? ¿Para què sirve saber què hora es?

Bueno, en esta instancia aparecen diversas situaciones en las que el reloj siempre es partìcipe y, a menudo, co-protagonista de manera implícita. Y estas situaciones nos permiten apreciar que no todo lo que parece ser malo, realmente lo es.

Podemos encontrar situaciones en las cuales contar las horas, minutos y segundos que quedan pendientes para que se cumpla un determinado horario, resulten angustiantes como, por ejemplo: cuàntos minutos faltan para que llegue el próximo tren, ya que acabo de perder el que me lleva a tiempo a mi trabajo; cuàntas horas faltan para que parta el vuelo de mi hijo, que se va a vivir al exterior; y tantas otras màs.
Pero, lo bueno, es que también nuestro preciado reloj nos mantiene informados sobre eventos que son màs agradables y nos levantan el ànimo: cuànto tiempo falta para salir a almorzar; cuànto para terminar la jornada laboral (porque estoy muy cansado); o cuàntas horas quedan para que llegue el viernes a la noche y por fin vea a mi novia, con quien no me pude encontrar la semana pasada porque los dos estábamos rindiendo exámenes en la universidad.

En última instancia, debemos ver que el reloj sòlo cumple su función de informarnos, aunque a veces pensamos por dentro "desearìa que jamàs llegue ese momento", y de repente "riiing" (reloj con alarma) nos està avisando que, en un abrir y cerrar de ojos, pareciera que nuestro deseo se arrojò por la borda (muy a menudo y, no por casualidad, esto està relacionado con la alarma "despertador" para ir a trabajar).

Después de todo, si el reloj fuera un objeto tan detestable, cabrìa preguntarse por què existen relojes màs costosos que un auto, relojes casi tan lindos como ver la luna llena en una noche sin nubes, o por què apreciamos tanto el reloj que pertenecía a la bisabuela, si es que supuestamente este objeto se encargò de complicarle la existencia.

Tal vez la explicación a esto es que el bien (aunque no sea material) màs preciado del que disponemos es el tiempo. Que no vuelve, se va solo, sin esperarnos, hayamos sabido aprovecharlo, o no.




Què gran responsabilidad la del reloj, ¿no?



Rodrigo.-

2 comentarios:

  1. Desde luego el tiempo es una convención arbitraria,representada ,entre otras cosas,por el reloj.Pero,como vos decís,el reloj pasa a ocupar un lugar protagónico cuando marca el tiempo de sucesos importantes.Recuerdo un western famoso:" A la hora señalada" en el que se jugaba la dignidad de un hombre y un pueblo mientras el reloj marcaba el acercamiento a un momento crucial.
    Hay ocasiones en que queremos desentendernos del tiempo,pero el reloj nos recuerda su existencia.Y hay ocasiones en las que la presencia del tiempo nos activa,nos pone en funcionamiento.
    Por eso Cortázar decía que en un moimento podíamos darnos cuenta de que nosotros éramos los regalados en el cumpleaños del reloj.

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