jueves, 22 de octubre de 2015

Laberintos


Hace un rato sentí ganas de escribir pero no sabìa sobre què. Me sentí como desencontrado, perdido... y ahí se me ocurrió un tema: los laberintos.

Hay parques de diversiones que tienen laberintos de césped, como el de la foto; un entretenimiento para gente de todas las edades. Gente que, en un principio, està dispuesta a dedicar un rato paseando por el laberinto hasta dar con la salida.

La imagen con las paredes de césped, el dìa soleado y la idea de recorrer este desafío con tiempo y sin apuro inspira paz, tranquilidad, relajación y la posibilidad de pasar un momento agradable.
Pese a eso, creo que un laberinto al mismo tiempo puede representar cualquier situación en nuestras vidas en la cual nos vemos abrumados, o tal vez no encontramos escapatoria, y que ya no nos divierte no encontrar la salida y ponerle fin a la situación, ni estamos alegremente dispuestos a dedicarle todo el tiempo del mundo, felices y despreocupados, como si se tratara de un juego.

Ante esas circunstancias, las paredes verdes se vuelven màs oscuras, el sol se esconde como si tuviera miedo de brillar y el cielo se nubla de repente; podemos sentirnos solos, perdidos en un lugar sin saber bien hacia dònde ir; sin saber si el camino que estamos transitando ya lo hemos andado (y cuàntas veces caminamos ya por la misma senda). Y cuando llega un momento como ese, pensamos en armarnos de coraje, o tal vez en tomarlo a la ligera y reírnos de la situación, o inclusive en encontrar otra persona en nuestro recorrido, que estè en una situación similar a la nuestra o que al menos nos pueda comprender, alguien con quien pudièramos fundar una sociedad de duración indefinida, una sociedad que podría quedar disuelta una vez encontrada la salida del laberinto, o tal vez antes, quizàs después, e incluso nunca, y ser eterna.

Si nos fue bien en esa experiencia, y si nos interesa que esa persona forme parte de nuestras vidas, lo màs astuto y natural sería proponerle que nos siga acompañando, para que el próximo laberinto no nos encuentre desprevenidos y, lo que es mejor, que podamos transitarlo con la certeza de que, tarde o temprano, encontraremos la salida, juntos.




Rodrigo.-

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